Diario de China, día 7: Muralla Xi’an y llegada a Guilin

Hoy teníamos la mañana libre así que nos levantamos a las 8h y desayunamos con Carol y Javi en el comedor del hotel. A mediodía volábamos a GUILIN así que antes de salir del hotel dejamos las maletas en el pasillo, pues a esa hora pasaba personal encargado de recogerlas, llevarlas al aeropuerto y facturarlas, una maravilla porque así estuvimos libres toda la mañana, qué prácticos son estos chinos…
Cogimos un taxi en el hotel para ir al centro, cosa que nos costó un poco, y eso que nos ayudó uno de los porteros del hotel, sin embargo estaba tan empanado que en cuanto paraba uno nos lo quitaba otro cliente de nuestro mismo hotel. Finalmente conseguimos uno, bastante antipático, que nos dejó en la PUERTA DEL SUR por sólo 14Y. El taxi tenía como un pequeño ordenador en los asientos traseros en el que fuimos viendo información turística, videoclips, anuncios, etc; lo malo es que estaba casi todo en chino.
Taxi de Xian
Por cierto, antes de salir del hotel nos dieron en recepción una tarjeta con el nombre del hotel en chino, algo fundamental para no tener problemas a la hora de volver. Siempre que vayáis a algún sitio por libre deberíais de pedir en recepción (si no escribís chino, claro está) que os apunte en un papel el nombre del hotel en chino, sino luego estará muy complicada la vuelta. Hay que saber que los taxistas no son muy amigos de coger extranjeros, pues no se entienden con ellos y no quieren complicaciones.
De la Puerta del Sur caminamos por la CALLE DE LA CALIGRAFÍA, que está llena de puestos con pinceles, papel de infinidad de clases, sellos de jade, y muchos otros productos. Nos encontramos también un señor que hacía caramelos con forma de animales inflándolos con un tubo cuando estaba aún caliente, muy interesante y curioso.
Calle de la caligrafía
 

Después subimos a la MURALLA DE XI’AN (40Y/persona) y allí alquilamos dos bicicletas de tipo tándem (40Y por tándem). Pelayo y yo dimos una vuelta entera a la muralla (14km) pero Javi y Carol dieron antes la vuelta. El recorrido completo nos llevó más de una hora y hubo algún tramo durillo, con bastante pendiente hacia arriba, pero realmente mereció la pena. Llegando casi al final se nos salió la cadena, menos mal que Pelayo fue capaz de volverla a poner en su sitio… Es una actividad, salvo que estéis muy bajos de forma, que os recomiendo vivamente, pues hay bonitas vistas de la ciudad y es curioso pedalear por encima de una muralla rodeada de rascacielos por un lado y de fincas rústicas por el otro.

Puestos callejeros
 Puestos callejeros
Puestos callejeros
Puestos callejeros
 
La muralla de Xi’an es la mejor conservada de todas las que defendían las ciudades chinas. Fue construida entre los años 1374 y 1378, durante la dinastía Ming, sobre la ciudad prohibida de la dinastía Tang, y hoy en día se conserva en su totalidad. Tiene forma rectangular, mide 12 metros de altura y cuenta con varias torres de vigilancia, además de diversas edificaciones defensivas todo a lo largo. Hay una puerta en cada lado, siendo la principal la del Sur; sus nombre son: la Puerta del Este o Changle (significa alegría eterna), la Puerta del Oeste o Anding (de la paz armónica), la Puerta del Norte o Anyuan (armonía eterna) y la Puerta del Sur o Yongning (paz eterna), que es la más bonita. Esta última está muy cerca de la TORRE DE LA CAMPANA, que es el centro de la ciudad.
En tandem por la muralla de Xi’an
 

Tras la pedalada nos tomamos una cerveza china en una terraza, dentro de la muralla, y a continuación cogimos un taxi de vuelta al hotel, tarea un poco difícil, pues varios taxistas se negaron a llevarnos… El que finalmente conseguimos nos cobró 13Y.

Puerta del Sur
 
Cuando llegamos ya había gente de nuestro grupo esperando en la puerta del hotel y, al rato, llegó Manuel el guía. Como no partíamos hasta las 16h aprovechamos para charlar con él, que nos estuvo explicando curiosidades de la cultura china y de su lengua. El diccionario chino puede usarse por fonética o por escritura, y al parecer un ideograma que un chino no haya visto antes no sabría cómo pronunciarlo. En teoría con unos 3.000 ideogramas bastaría para entenderse. Las caras de los occidentales son todas iguales para ellos, cosa que me moría por preguntarle (o sea, como ellos para nosotros). Tbn nos dijo que su mujer estaba intentando embarazarse y por tanto no lo dejaba salir ni beber alcohol, que tenía muchas ganas de ir al karaoke con los amigos (al parecer aquí es una actividad de ocio muy normal). La verdad que fue muy amable al responder todo nuestro exhaustivo interrogatorio…
Curioso puesto de tallarines con dos sillas y dos cuencos para todos (la señora envolvía cada cuenco en una bolsa plástica y servía; una vez que el cliente acababa tiraba la bolsa, ponía otra y volvía a servir en el mismo cuenco)
 
Por fin llegó el bus, que nos dejó en el aeropuerto, en donde sacamos los billetes a GUILIN con ayuda de Manuel. Una vez que pasamos el control aprovechamos para dar una vuelta por las tiendas, pues no embarcábamos hasta las 18.30, comprando algo para picar: patatas fritas chinas, bolas de sésamo, té para beber (el que lleva leche estaba buenísimo), etc. Es tan bueno el cambio del euro con respecto al yuan que hasta las tiendas del aeropuerto son baratas.
Aeropuerto de Xian

Una vez en el avión dormí todo el tiempo sin parar, a excepción del momento de la comida, que se compuso de Ensalada de pepino con salsa rosa, Pescado con arroz y zanahorias. No pusieron ni té, ni postre ni nada más, qué cutres…

Llegamos a GUILIN sobre las 20.30, tras una hora y media de vuelo, en donde nos esperaba el guía, que se llamaba José (nombre de guerra, claro está) y se parecía a Bartolo en chino, por las gafas y feo que era el pobre. Nos costaba un poco entenderlo porque no hablaba demasiado bien español pero como repetía las cosas mil veces pues al final nos acabábamos enterando. Contaba incluso algún chiste pero nadie se reía porque eran malísimos o no le entendíamos bien.

Llegamos al hotel tras 40 minutos de bus, José nos hizo el check-in y se marchó. El hotel es el WATERFALL, al parecer el más lujoso de la ciudad (no está mal pero nos gustó más el de Pekín). Me duché y salimos a dar una vuelta con Javi y Carol por las calles adyacentes al hotel, que están llenas de puestos y restaurantes. Comimos en una cervecería unas pizzas (pues estábamos un poco hartos de la comida china) y cervezas chinas (200Y entre los cuatro). Luego tomamos un helado de chocolate y melón en un puesto (6Y) y volvimos al hotel ya para dormir.

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