Diario de Japón día 7: Matsumoto-Osaka

DÍA 7: DOMINGO 23 OCTUBRE 2016

Hoy teníamos previsto visitar la Granja de Wasabi DAIO por lo que nos despertamos sobre las 7:15, nos vestimos, cerramos las maletas y marchamos del hotel en dirección a la estación de tren. Dejamos los bultos en una de las taquillas de tamaño grande que hay en el hall de dicha estación, pagando 600Y/5’5€. Entraron las dos maletas en una, muy justas, y conseguimos cerrarla siguiendo las instrucciones que había en la puerta de la misma.

Taquillas de la estación de Matsumoto

Cogimos la línea Oito de JR, bajándonos en Hotaka, viaje que duró alrededor de treinta minutos. El paisaje durante el trayecto fue muy bonito, además aprovechamos para desayunar en el tren lo que habíamos comprado el día anterior en el combini. La Granja de wasabi estaba a algo más de 30 minutos a pie de la estación de Hotaka y no queríamos tener problemas de hora de cara a la vuelta así que valoramos varias opciones:

-bus: no pasaba hasta dentro de 20 minutos y no estaba clara la frecuencia

-bici: después de intentar negociar con varias tiendas no hubo manera de que nos bajasen el precio, parecía que había un acuerdo entre todas: 200Y/1’2€ por hora.  Al final la cogimos en Resotasaikuru &Shinano (y algo más ponía en el cartel, pero eran kanjis y no los entendíamos).

Alquiler de bicis en Hotaka
Preciosos paisajes

A las 9 salimos de la casa de alquiler y, en alrededor de quince minutos, llegamos a la granja. La verdad es que el paseo fue bien llano y bien bonito, entre arrozales y preciosas casas. Dejamos las bicis en el aparcamiento específico para ellas y les pusimos el candado que ya traían incorporado.

Candado de la bici

La entrada a la granja era gratuita, pero os aseguro que acabaréis comprando algo dentro y era bastante caro… Nada más cruzar la puerta de entrada hay varias tiendas en donde podréis comprar todo tipo de productos que llevan wasabi, incluyendo la raíz de wasabi fresca (objeto de lujo en Europa). Nosotros probamos el helado de cucurucho pero apenas sabía a wasabi (370Y/3’4€ cada mini helado, un robo). Hay también shows y cursos rápidos, sólo en japonés, así que no nos apuntamos a ninguno.

Helados de wasabi
Pelayo y un bote gigante de wasabi

Nos dimos un paseo por los caminos para observar los regatos, las plantas, los operarios trabajando, el control del cauce del río, etc. La plantación se encuentra en pleno cauce, sobre grava, desviando una parte importante de agua por el centro para que por los lados sólo caiga una fina lámina sobre los tubérculos. De este modo no se anegan pero corra constantemente una fina capa de agua sobre ellos, supuestamente las condiciones ideales para que se desarrollen. Las plantas más pequeñas estaban en un extremo y las más grandes en el contrario (me imagino que a medida que recogen una zona, replantan y así sucesivamente).

Plantas de wasabi
Templo

Es un lugar curioso y en él se da uno cuenta lo complicado que es cultivar el wasabi (al parecer prácticamente sólo crece en Japón, en el resto del mundo no se consigue sacar adelante casi ningún tubérculo, dadas las condiciones tan especiales que necesita para vivir). Por cierto, a lo largo del recorrido hay más tiendas, restaurantes, templos, etc. También vimos en una sala cómo los operarios separaban las hojas de los tubérculos (pues se comen) y luego estos últimos eran clasificados por tamaño.

Operarios separando los tubérculos de las hojas

Al final de la visita entramos en un pequeño museo que está en la entrada, pero que nos había pasado desapercibido por la emoción del primer momento y las ansias de entrar que teníamos. Los carteles explicativos estaban todos en japonés menos tres de ellos que sí pudimos leer porque estaban en inglés. De los vídeos no entendimos nada, todos en japonés también, una pena porque debía de ser muy interesante lo que narraban.

Puente sobre el río
Operarios trabajando

De lo que pudimos leer nos enteramos de que el nombre de wasabi significa literalmente “montaña malvarrosa” y que, al igual que ocurre con el cerdo en España, se utilizan todas sus partes sin desperdiciar nada. Su nombre científico es Wasabia japonica, siendo una especie originaria de Japón. Además de condimento se utiliza como antídoto para ciertos venenos o para prevenir trombosis e infartos. Como dato curiosos, los restos más antiguos de wasabi de Japón se hallaron en unas ruinas del siglo VII. La granja Daio empezó a funcionar en 1915 ¡¡y se necesitaron 20 años para completar el basamento del cultivo!! Hasta después de la guerra no comenzó el cultivo del wasabi.

Museo

En un cartel separaban tres tipos de wasabi:

Sawa wasabi: se cultiva en arroyos claros y ricos. Al parecer hay varias maneras de cultivarlo, siguiendo en Daio el tipo plano. La temperatura del agua debe de ser lo más constante posible a lo largo del año, por ello plantan muchos árboles en la ribera, con el fin de que aporten sombra durante el verano. Es el más apreciado y caro, dadas las dificultades del cultivo.

Hatake wasabi: se cultiva de modo diferente al anterior, pues en este caso basta tierra fresca y húmeda, por lo que es más sencillo y barato. Éste tiene mayor contenido en nitrógeno que el anterior y además es menos apreciado.

Rábano picante/Horseradish: se cultiva principalmente en la zona norte de Europa (Finlandia sobre todo). Llegó a Japón a través de los Estados Unidos durante la era Meiji. En la actualidad se cultiva en Hokkaido, Nagano, Fukushima y otras zonas montañosas para fabricar el polvo de wasabi. Se planta en primavera y se cosecha 7-8 meses después.

Granja de wasabi

Os puede parecer un producto lejano pero pertenece a la familia de las crucíferas (nabo, mostaza, repollo, col, etc.). Aquí son unos verdaderos amantes del producto, pues se puede encontrar en infinidad de versiones, condimentos, platos y snacks. Como es complicado de cultivar, el precio final es caro por lo que a menudo se utilizan sucedáneos que provienen del rábano picante, al que se le añade un colorante para que adquiera la tonalidad verde (que es lo que suelen ofrecernos en la mayoría de restaurantes europeos). Por cierto, en la granja se grabó una parte de la película «Sueños» de Akira Kurosawa.

Molino

Antes de abandonar la granja compramos en la tienda de la entrada un rallador de wasabi tradicional, es decir, fabricado con con piel de tiburón (1800Y/16€). En España son muy difíciles de conseguir y mucho más caros (de hecho, junto con el sushi, debe de ser lo único más barato que encontramos en Japón con respecto a España).

Rallador de piel de tiburón

Eran las 10:45 cuando salimos del museo, cogimos las bicis y volvimos hacia la estación de Hokata, variando un poco la ruta con respecto a la ida para ver algo más del bonito pueblo. Cuando llegamos al destino pagamos el alquiler de dos horas, es decir 200Yx2horas=400Y/3’6€ por persona; vamos, casi lo mismo que los helados, al final ni tan mal…

Camino de vuelta en bici
Cereales

Al llegar de vuelta a la estación de tren de Matsumoto intentamos reservar dos plazas para Osaka a partir de las 18h pero estaba todo vendido en el primer tramo (de Matsumoto a Nagoya) así sólo nos dieron el segundo trayecto (de Nagoya a Osaka). Tendríamos que subirnos en los vagones con plazas libres, donde va la gente al mogollón, sin asiento asignado.

Aprovechando que estábamos en la estación, preguntamos en la Oficina de Turismo, en donde tan bien nos habían atendido el día anterior (¡¡y en inglés!!), cómo teníamos que hacer para ir a ver Kametaya, una Bodega de Sake que había por la zona: tuvimos que sacar dos tickets en la máquina de la estación para la línea privada Kami Kochi (250Y/2’3€ por persona) hasta Shimonii, lo que nos llevó 10 minutos de tren. Como el tren salía inmediatamente nos dio tiempo justo a comprar algo de comer en un combini que había en la estación (sándwich, onigiries rellenos y unas bebidas) para comer una vez dentro del vagón.

Línea Kami Kochi

Al bajarnos en la parada de Shimonii ya percibimos la figura de la bodega al fondo (edificio blanco con tejado gris y letras pintadas en la fachada). Caminamos hasta la puerta y vimos como se estaban despidiendo de un grupo de turistas occidentales que acababan de hacer una visita guiada.

Entrada a la Bodega Kametaya
Salones interiores

Preguntamos si podíamos ver la bodega y nos dijeron que estaban en ese momento elaborando sake así que no era posible, pero que nos podían enseñar la antigua edificación, que había sido construida en 1885, a lo que accedimos. Nos gustó mucho, pues pudimos ver habitaciones de madera con tatami, muebles típicos, fotos, etc.

Jardines

Nos llamó la atención una bola de palitos de madera que había en la puerta. La chica nos explicó que la hacen nueva cada año con el sake recién elaborado y por tanto, a medida que se va oscureciendo la bola, se sabe en que punto de evolución está la bebida. Hay que decir que el sake no es un licor como muchos piensan, sino una bebida fermentada de arroz, por lo que se asemeja más a un vino. No lleva crianza, por lo que se consume en el año. Dependiendo, entre otras cosas, del grano de arroz, el pulido del mismo y el agua utilizada, el resultado final será de mayor o menor calidad.

Indicador de las bodegas de sake

Tras la visita pasamos a la tienda y allí nos ofrecieron todos los productos que elaboran (sake y licores), que son muchísimos. Probamos diez diferentes y un licor de manzana muy rico, además tuvimos la suerte de degustar la masa de arroz (kouji), que no lleva alcohol. La chica que nos acompañó hablaba inglés pero se atrancaba así que llamó a la Presidenta, quien nos respondió en perfecto inglés todas las preguntas que hicimos. Se llamaba Yuko y la verdad es que fue muy amable.

Productos que elabora la bodega

Nos explicó cómo se elabora el sake a partir de la fermentación del almidón que se concentra en el centro del grano de arroz, por esta razón pulen los granos. El arroz que consumimos habitualmente sufre un lavado que hace reducir su tamaño un 8% en comparación con el que utilizan ellos, pulido al 65% (o sea que los granos quedan muy pequeños, prácticamente sólo permanece el núcleo).

Diferentes pulidos de arroz

Por lo que nos explicó Yuko, los pasos que siguen en loa bodega para elaborar sake son los siguientes:

1.Obtención del Kouji: se pule el arroz, se lava para eliminar los restos y se moja durante unos 10 minutos para que no absorba demasiada agua. Después se cuece al vapor durante una hora, para luego dejarlo enfriar hasta 37Cº. A partir de ese momento se dispersan esporas del hongo que los japoneses llaman Kouji (Aspergillus oryzae). Esta mezcla se deposita sobre bandejas de madera que se dejan en una sala a 40 ºC durante alrededor de 30 horas. El moho produce enzimas que metabolizan el almidón, obteniendo así glucosa. Según Yuko esta fase es la prueba de fuego para todo elaborador, pues es la base del proceso.

2.Preparación de moto: por otro lado se obtiene una masa concentrada de la levadura concreta que le interesa a la bodega.

3.Obtención de masa de Sake o tsukuri: para obtener el producto final se mezcla el Kouji que obtuvieron con nuevo arroz vaporizado, agua y levadura. Además se va añadiendo más cantidad de estos elementos hasta en tres ocasiones. A partir de ahí el azúcar que produce el moho a partir del almidón, es fermentado durante más o menos un mes por la levadura, poco a poco (a medida que el primero va produciendo) dando lugar a alcohol. Se llega a obtener hasta un 20% del mismo. Debido a esto, el sake se trata de la bebida obtenida a partir de fermentación que posee mayor graduación del mundo.

Una vez acabada la fermentación, se filtra el producto obtenido y se prensa la masa, obteniendo un “pastel” de sake. A partir de ahí se deja sedimentar, se pasteuriza, se deja reposar y se embotella. El sake es una bebida que no valoraba mucho hasta que vinimos a Japón, en donde pudimos probar mucho y muy bueno a lo largo del viaje (y no muy caro). Cada vez me gusta más y lo aprecio como no hacía antes, en parte gracias a la visita a la bodega Kametaya. Por cierto, dos de sus sakes habían ganado recientemente la medalla de oro y de plata, respectivamente, en uno de los concursos más prestigiosos del país.

Riquísimo sake de la bodega Kametaya

Aprovechamos para comprar una botella grande del que más nos gustó (2100Y/19€), pues el espacio de la maleta era muy reducido, porque sino me hubiese llevado varias…. Por cierto, si queréis visitar la web de la bodega sólo tenéis que pinchar aquí (ya aviso de antemano que está en japonés).

Foto con Yuko

De repente nos dimos cuenta de que nuestro tren salía ya así que Yuko se vino corriendo con nosotros un trozo del trayecto para darnos indicaciones de cómo llegar antes al apeadero y despedirse (y eso que llevaba esos zapatos tan incómodos de madera). ¡¡Me hizo mucha gracia este detalle!! Nos hicimos una foto con ella antes de salir corriendo pero salio movida, una pena…

Cuando llegamos al apeadero resulta no había máquina de tickets así que nos subimos en el tren directamente; nada más entrar se nos acercó el revisor, al que le pagampos 500Y por los tickets de los dos. En diez minutos llegamos a Matsumoto y, una vez allí, nos acercamos hasta la oficina de JR para preguntar si había un tren para Osaka antes del que teníamos previsto coger. Tuvimos suerte porque eran las 13:20 y el primer tren que salía con ese destino era a las 13:52. Antes de subir volvimos a surtirnos de más viandas en el combini de la estación (por cierto, era de la cadeana NEW DAYS) y subimos al tren. El paisaje, entre montañas y en otoño, dejaba boquiabierto.

Comida de combini

Cambiamos de tren en Nagoya para finalmente llegar a las 17 horas a la estación de Shin-Osaka. Hay que tener cuidado en Osaka porque allí hay dos estaciones: la central y otra en las afueras, comprobad bien a cuál vais. La de las afueras se llama Shin-Osaka porque ahí es donde paran los Shinkasen (los trenes rápidos). Nosotros tuvimos por tanto que coger otro tren desde la estación de Shin-Osaka hasta la estación central de Osaka, en el centro de la ciudad. Esta estación es enorme y había muchísima gente corriendo en todas direcciones así que me agobié un poco.

Una vez en la estación de Osaka cogimos la Loop-Line, que es una línea circular incluida en el Japan Rail. En Osaka hay muchas menos líneas de JR que en Tokio por lo que busqué un hotel que estuviese cerca de una de las paradas de la Loop-line y del animado barrio de Shinsekai. Una vez en la parada de JR de Shin-Imamiya de la Loop-line nos bajamos y buscamos el Hotel Shin-Imamiya, que estaba justo en la salida Oeste de la estación. Por fuera el hotel no tenía mala pinta pero por dentro resultó ser un terror, el peor de todos los de este viaje y de prácticamente cualquier destino del mundo que hayamos visitado. Aquí tenéis la opinión y todas las fotos que saqué de la habitación, en Tripadvisor.

Como es habitual en Japón, nos hicieron pagar antes de ver la habitación, fue lo que les salvó, porque sino nos hubiésemos marchado de allí. No teníamos suficientes yenes así que tuvimos que pagar con tarjeta: a pesar de ser las dos tarjetas que llevábamos de ING DIRECT, la mía no funcionó pero la de Pelayo sí, misterio sin resolver aún a día de hoy…

Cuando vimos el cuarto nos sentimos estafados de tener que pagar casi 70€ por noche para dormir en aquel cuchitril. De tamaño era más grande que el cuarto de Tokio, de hecho había dos camas gemelas, con un pequeño baño privado, pero en las colchas había unas manchas de sangre, o no sé de qué, asquerosas. Además el suelo, que era de cemento, estaba todo desconchado, olía mal, se habían cargado el enchufe de la pared y el hueco lo habían tapado con un papel y celofán…

Habitación del Hotel Shin-Imamiya, en Osaka

Por cierto, a lo largo del viaje no vimos enchufes en ningún baño (no se deben de afeitar, pues tienen cuatro pelos) con lo cual no teníamos en la habitación más que el enchufe de la nevera para cargar los móviles. Bajamos a recepción le dijimos al chico con el que habíamos tramitado el check-in en qué estado se encontraba el cuarto. Amablemente y en perfecto inglés nos pidió disculpas, subió con nosotros y nos cambió de habitación, dándonos la de al lado. Era igual en tamaño y forma pero al menos estaba limpia, no olía mal y teníamos enchufe. Resumiendo, que NO os recomiendo este hotel en absoluto.

Después del atragantón del hotel salimos a dar una vuelta por el barrio y la verdad es que no era muy bonito… Enseguida llegamos a la animada zona de Shinsekai, llena de restaurantes, pachinkos, bares, etc, mejorando la cosa. Encontramos locales sólo con máquinas de gashapon que contenían en su interior las cosas más insospechadas que os podáis imaginar. Este barrio es conocido también porque alberga la torre Tsutenkaku, que alberga un mirador.

Animado barrio de Shinsekai
Base de la Torre Tsutenkaku
Máquinas de videojuegos
Pachinko

Vimos un restaurante con una cola enorme así que al rato, tras darnos un paseo por la zona, volvimos a comprobar qué era lo que servían. La gente ya había desparecido (pues cenan más pronto que nosotros) así que pudimos entrar directamente, sin esperar. Nos sentaron en el piso superior y nos dieron la carta. El local se llamaba Kushikastsu Daruma y se trataba de una cadena especializada en Kushiage (brochetas empanadas y fritas de cualquier cosa que se os ocurra). Es fácil de reconocer porque el símbolo es un señor con bigote y gorro negro muy cabreado, seguro que durante vuestro viaje veréis alguno.

Simpático camarero

Nos decantamos por un combinado que incluía alrededor de 20 brochetas distintas: espárrago, huevo de codorniz, albóndiga de cerdo, batata, semilla de loto, ternera, etc. Para beber tomamos agua, que era gratis. Todos los menús venían acompañados por un plato de Doteyaki, especialidad de Osaka que consiste en guiso de tendón de ternera con miso (a mí me horrorizó pero a Pelayo le encantó). Pagamos 2160Y/20€ por todo, pero me pareció caro, pues la cena no me gustó demasiado.

Cena en Kushikastsu Daruma
Cena en Kushikastsu Daruma
Guiso de tendón

Antes de ir para el cuarto pasamos por un combini (como no): compramos un poco de sake y unos dulces, que nos tomamos en el cuarto antes de dormir, para olvidarnos un poco de la decepción que nos habíamos llevado con el hotel y la ciudad de Osaka, pues no nos había gustado demasiado lo que habíamos visto hasta ese momento… Eso sí, tengo que decir que el sake estaba bueno y ayudó a llevar mejor las penas ;P.

Sake

Os voy a dejar aquí una serie de fotos de algunas de las máquinas de gashapon que nos encontramos en Osaka, pues venden cosas que no os podéis ni imaginar… Sólo en Japón puede ser rentable algo así…

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka
Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

Máquinas gashapon de Osaka

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