Diario de Tailandia, día 19: excursión a Islas Phi Phi

MARTES 10 NOVIEMBRE 2015

Nos levantamos a las 7 y fuimos a desayunar. El barco de OPAL nos venía a buscar a la playa de nuestro hotel a las 8:30 para llevarnos a hacer la excursión de la islas PHI PHI.  Como ya nos sabíamos la historia, llegamos un poco antes de la hora a la playa pero casualmente esta vez se retrasaron un poco. Finalmente aparecieron con Dirk e Ivette ya abordo.

El barco llevaba dos motores de 250CV cada uno, de lo más potente que vimos por la zona. El guía se llamaba WOOD y era majísimo, nos explicaba todo con una gran amabilidad. La tripulación no hablaba inglés pero eran encantadores, nada que ver con la otra empresa.

Entrada en Maya Bay

Primero fuimos a visitar la famosa MAYA BAY, con el fin de evitar aglomeraciones. Cuando llegamos al lugar a mí me parecía que estaba llenísimo de gente pero el guía nos dijo que luego sería aún peor, no me quiero ni imaginar cómo se pone hacia el mediodía…

Nos dieron 30 minutos de tiempo libre que aprovechamos para hacer las famosas fotos con los barquitos y luego dimos una vuelta hasta la bahía que hay en el lado opuesto, lo que nos llevó unos 10-15 minutos. Pelayo y yo no llevamos sandalias en esta ocasión, así que caminamos descalzos por la isla, sin ningún problema.

Dirk, Ivette, Pelayo y yo en la playa opuesta a Maya Bay

Llamaba la atención la cantidad de militares que había en la isla, teniendo allí un campamento fijo. Imagino que al ser un lugar turístico por excelencia lo protegen con más ahínco.

Vimos además cómo el guía pagaba una especie de tickets a los militares por cada uno de nosotros a modo de entrada en la isla pero se me olvidó pedírselo así que no lo tengo.

Nos dimos un baño en la famosa Maya Bay e hicimos muchas fotos. Finalmente se acabó el tiempo libre y volvimos a nuestro barco, que se acababa de acercar a la orilla (hay tal tráfico de barcos que mientras los turistas estamos en la isla tienen que mantenerse en el mar, sino no habría espacio en la orilla para tantas naves).

Maya Bay

Como el mar estaba un poco revuelto nos llevaron a hacer snorkel a una bahía distinta de la que van habitualmente, más resguardada. El agua estaba muy clara y debía de haber 3-5 metros de profundidad. Tengo que decir que había menos peces que en la excursión de las CUATRO ISLAS, pero sí vimos especies diferentes. En esta ocasión tuvimos la suerte de cruzarnos con un pez elefante, una medusa gigante, etc. Aquí nos dejaron 40 minutos para bucear.

Dirk haciendo la ballena y Pela y yo saltando (yo menos)

A continuación nos trasladaron a la isla BAMBOO para comer (menos bonita que la de la otra excursión). El menú fue: arroz blanco, muslos de pollo frito, curry con pollo y patatas, verduras en salsa. El sistema fue igual, tipo buffet, con agua y Coca Cola para beber. De postre piña y sandía. Estaba todo bueno, sobre todo el curry.

Wood sirviendo la comida

Nos dejaron una hora libre que aprovechamos para darnos un baño y luego tumbarnos a la sombra un rato para descansar.

Acto seguido pusieron rumbo a PHI PHI PIER, el puerto de la isla. Pelayo y yo, como ya comenté, no llevábamos zapatos así que caminamos descalzos por las calles, sin ningún problema. Aquí tuvimos una hora de tiempo para dar una vuelta por el pueblo que, por cierto, nos horrorizó por lo lleno de gente que estaba. Me alegro de no haber reservado el hotel en esta isla… Además había varios hoteles más en construcción, lo que provocaba mucho ruido y una polvareda tremenda en las calles. Pelayo aprovechó para comprar, en uno de los múltiples chiringos que había, una gorra de la cerveza Shinga (200B/5€). Luego Dirk nos invitó a unos helados en un puesto de la calle.

Tras dar una vuelta por las calles y ver las playas decidimos sentarnos en una terraza a tomar algo, pues era agobiante la cantidad de gente que había. Pedimos dos cervezas y dos iced cafés, pagando 260B/6’5€.

Playa de Phi Phi

Antes de subir al barco nos dimos un baño rápido en el puerto, pues la playa que había en el lado opuesto era tan llana que había que caminar muchísimo para que te cubriese. La verdad es que el lugar nos decepcionó bastante, coincidimos todos en que Koh Lanta estaba mejor.

Concurrida calle

Una vez que estuvimos todos en el barco zarparon rumbo a nuestra querida, y ahora aún más apreciada, Koh Lanta. Antes de bajar nos despedimos de Wood y la tripulación, agradeciéndoles el trato recibido y la gran profesionalidad. Wood es de Koh Lanta, lleva mucho tiempo dedicándose a lo que le gusta, que es el turismo, y eso se nota. Su hermano era el piloto de la embarcación, quien tuvo un papel saliente ese día dado el fuerte oleaje que había. El día estuvo nublado pero casi se agradecía porque el único rato que salió el sol, que fue a la hora de comer, nos abrasó.

Como excursión nos gustó mucho más la de las CUATRO ISLAS: los paisajes fueron infinitamente más bonitos, había menos gente, vimos más peces, buceamos mucho más tiempo, etc. Si sé en qué consiste la excursión a Phi Phi y lo masificada que está probablemente no la hubiese hecho. Varias personas nos recomendaron la excursión a la isla de Koh Rok, pero ya no teníamos días para hacerla.

El barco nos dejó sobre las 16 horas en la playa de nuestro hotel y aprovechamos para pagar en recepción todas las deudas que teníamos pendientes (habitación, pues la reservé por Booking sin pagar nada por adelantado, excursión de las Cuatro Islas y el transfer al aeropuerto de Krabi para el día siguiente por 700B/17’5€). De camino al cuarto vimos una torre que nos había llamado la atención, al lado de los edificios de habitaciones del hotel, y subimos hasta arriba. Había unas bonitas vistas de la vegetación del hotel así que aprovechamos para hacer unas fotos.

Vistas desde la torre del hotel

A continuación nos bañamos en la piscina de la zona de habitaciones normales pero estaba más fría que la otra así que nos volvimos rápidamente a la de siempre. Jugamos un rato al voley y estuvimos en los chorros. Después nos duchamos y preparamos las maletas para el día siguiente, pues ya dejábamos Koh Lanta con todo el dolor de nuestro corazón.

Vimos la espectacular puesta de sol desde las tumbonas de nuestro hotel y después fuimos en moto hasta el hotel de Ivette y Dirk. Buscamos un restaurante en la playa de su hotel, que creo recordar se llamaba Khlong Dao. Aquí los chiringos eran más elegantes que en Long Beach, pero también más caros.

Puesta de sol en Long Beach

Nos decidimos por uno en el que ellos ya habían comido otro día y les había gustado por lo que decidieron llevarnos y repetir. Se llamaba HANS BEACH y la mayoría de sus camareros eran ladyboys. Nos decantamos por un menú para cuatro personas por 1300B/32’5€ que incluía los siguientes platos:

-Barracuda con salsa rosa

-Gambas con ajo y guindillas (lo que más me gustó)

-Pollo agridulce

-Carne de vaca con salsa de chile

-Cerdo en salsa de ostras

-Verduras fritas

-Pato con pasta de chile

-Arroz blanco

Para beber pedimos cuatro cervezas grandes Leo, dos zumos de frutas y cuatro iced coffes, pagando por todo 2260B/56’5€. Aquí os dejo la opinión y fotos que subí a Tripadvisor del Restaurante Hans Beach, que fue correcto pero sin más.

Estuvimos un buen rato de charla con nuestros amigos después de cenar. Luego nos acompañaron hasta donde habíamos dejado la moto aparcada y tristemente nos despedimos definitivamente de nuestros simpáticos amigos belgas.

Nuestros simpáticos amigos belgas

Volvimos  en moto al hotel pero antes de irnos a la cama nos tumbamos un rato en la terraza del hotel para ver el mar y las estrellas. El horizonte  estaba lleno de luces verdes que, por lo que nos explicaron, se  trataba de barcos de pesca. Además había una luz muy potente en el cielo que no supimos de qué se trataba, imaginamos que era un satélite o algo similar (cuelgo dos fotos para los amantes de Cuarto Milenio). A las 23 horas nos fuimos para la habitación y a dormir.

Misteriosa luz

Por cierto, en los estanques del hotel había un montón de ranitas que se escuchaban por la noche. Aquí está Pelayo con una en la mano.

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